Este artículo publicado en Nature Aging identifica 13 proteínas relacionadas con el envejecimiento cerebral en humanos relacionadas con el estrés, la regeneración y la inflamación. Los cambios en las concentraciones de estas proteínas en plasma alcanzan picos en edades específicas: 57, 70 y 78 años, lo que sugiere que estos momentos podrían ser clave para posibles intervenciones en el proceso de envejecimiento cerebral. Los investigadores determinaron la brecha de edad cerebral (Brain Age Gap o BAG), un indicador del envejecimiento cerebral. De entre estas proteínas destaca Brevican (BCAN) y el factor de diferenciación del crecimiento 15 (GDF15). Los niveles de BCAN y GDF15 se asociaron, además de con el envejecimiento, con la demencia, el ictus y la función motora. Estos hallazgos muestran que las concentraciones de proteínas cambian longitudinalmente, reflejando transiciones en la salud cerebral en edades clave.  

Los resultados de este artículo han permitido identificar biomarcadores en sangre, cuyas concentraciones parecen tener un pico en determinadas edades durante el envejecimiento que están relacionadas con procesos del sistema nervioso central. Los resultados se han centrado en edad mediana edad y adultos mayores. Es posible que un análisis longitudinal, incluso antes de los 40, permitiera conocer marcadores aún más tempranos. Si bien es cierto que el estudio abarca unos 11.000 individuos, la mayoría de los participantes eran de ascendencia europea, lo que limita la generalización de los resultados, por lo que estudios adicionales en cohortes de otras etnias serían muy beneficiosos para conocer posibles diferencias o marcadores específicos. Además, estos marcadores están centrados en proteínas relacionadas con funciones cerebrales y su inmunidad, por lo que podría ser una representación parcial de los eventos relacionados con el envejecimiento.  

Anteriormente ya se habían identificado marcadores plasmáticos relacionados con el envejecimiento. Este estudio proporciona información crítica sobre los momentos clave a lo largo del envejecimiento, mostrando la necesidad de estudios futuros para abordar algunas limitaciones sobre la cohorte empleada. 

Se trata de un buen trabajo que puede complementar anteriores estudios relacionados en muestras de sangre, mirando cambios epigenéticos en el ADN relacionados con el envejecimiento. 

[En cuanto a posibles limitaciones] Aunque se haya realizado en China, el trabajo se ha hecho con muestras de personas europeas, por lo que se echan en falta muestras de otros orígenes. 

El estudio pone de manifiesto el potencial de las ciencias ómicas, en este caso, la proteómica, y la reutilización de los datos generados en diferentes estudios, así como la importancia de colgar los datos en abierto en repositorios especializados para el avance de la investigación en diferentes áreas clínicas. 

Los autores verifican una novedad reciente que hace relación a los picos de envejecimiento molecular descubiertos en otros estudios y aplicables al ámbito cognitivo. Al mismo tiempo, verifica que el envejecimiento patológico es molecularmente identificable en plasma sanguíneo, lo cual aporta ventanas de intervención para mejorar la calidad de vida a nivel cognitivo a lo largo del ciclo vital, y al mismo tiempo medir objetivamente los efectos de potenciales intervenciones sobre marcadores concretos. 

Este estudio genera un conocimiento clínico importante y verifica una serie de factores, pero la viabilidad de estos marcadores específicos se debe medir en diferentes cohortes que tengan en cuenta muy claramente los efectos del género, la cultura y la raza, variables importantes que pueden afectar tanto el impacto como el rango de algunos marcadores definidos en el estudio.